Cinco días después de la conclusión
de la Acampada 15M en la Plaza Mayor, nos gustaría hacer una breve evaluación
de los logros, actividades y aspectos negativos de una de las acciones que más
repercusión ha tenido desde la constitución del movimiento en Salamanca. En
general, nos sentimos satisfechos en cuanto a los objetivos alcanzados, si bien
hubo algunos errores y carencias sobre los que es importante reflexionar.
Vayamos por partes, analizando por separado cada uno de los ámbitos que
integraron la acampada:
Debates: contaron con la
intervención de activistas expertos en los temas que se trataron: el sistema
electoral, la reforma de la constitución, gobierno abierto y participación
ciudadana, además del taller de asamblearismo. Se echó de menos mayor participación
ciudadana, aunque hubo más que en debates celebrados anteriormente. También se
echaron de menos voces con posiciones más enfrentadas, ya que la mayoría de los
participantes compartían unos principios comunes, aunque se diferenciaran en la
forma de dar solución a los problemas planteados.
Mercadillo de trueque: en su primer
día de convocatoria, fue un éxito, solo empañado por la amenaza de multa por
parte de la policía local, que nos acusaba de incumplir la normativa municipal
al instalar un mercadillo sin el debido permiso. De nada importaba que no se
usara dinero, y que fuera el público quien se encargara de intercambiar, entre
ellos, sus bienes. Luego, el ayuntamiento negaría a través de los medios
locales que esas amenazas se hubieran producido; un despropósito ante el cual
se decidió celebrar un mercadillo extra al programado. Fue un fracaso de
público, ya que no se publicitó y poca gente se implicó en la actividad, aunque
quizás sirvió para dejar en evidencia las absurdas maniobras del ayuntamiento y
los medios afines para confundir a la población.
Talleres de niños: se mantuvo una afluencia
entre cuatro y ocho niños. Los pequeños pintaron un montón de dibujos e
hicieron chapas de goma y otras manualidades. Algunos lo echaron de menos el
día de la manifestación, en el que no se celebró, y vinieron a preguntar cuándo
se realizaba.
El punto de información: uno de los
objetivos prioritario de la acampada era el de establecer un espacio para
ofrecer información y debatir con quienes quisieran las reivindicaciones y protestas
del 15M. Durante las mañanas y las tardes, la mesa mantuvo un constante goteo
de gente que venía a firmar nuestras peticiones a favor de la ratificación de
la carta social europea, el co-pago de la sanidad pública, y el apoyo a la
acampada. Quienes pasamos tiempo allí sentados, escuchando a nuestros vecinos -a
veces más en contra, otras más identificados con nuestra causa- nos hemos
sorprendido gratamente de la enorme cantidad de salmantinos que demuestran una
opinión bien diferente a la uniformidad que tratan de vender los poderes
locales. No se cuentan por cientos, sino por miles, quienes muestran con una
clara opinión crítica sobre la clase política, el desmantelamiento de los
servicios sociales y la gestión municipal.
Carteles: hubo muchos simpatizantes
que se centraron en hacer carteles, parte fundamental de la acampada y de la
personalidad del movimiento 15M en toda España. Extendidos en el suelo durante el
día y parte de la noche, resultaron una forma efectiva de transmitir a los
transeuntes de forma rápida las causas que nos mantenían allí acampados. Uno de los más llamativos fue el de las
recomendaciones de libros y películas, que muchos apuntaron para informarse y
conocer mejor los problemas que más nos afectan, pero sin duda, el que
dedicamos al periódico La Gaceta fue el más sonado. Durante toda la acampada,
este periódico mantuvo una política de descalificación y manipulación
informativa que nos sorprendió por su grado de virulencia y falta de principios
éticos. Algunos, sin embargo, no querían distraerse del mensaje principal que
nos había llevado hasta allí, ensuciándolo con polémicas sin ningún interés
para la ciudadanía, mientras que otros consideraban que semejante atentado
mediático también era un tema que concernía a los salmantinos, y debía ser
denunciado. Finalmente, se optó por una acción intermedia: elaborar una gran
pancarta que se sumaría al resto, donde se pegarían las páginas del periódico
dedicadas a la acampada, subrayando y anotando todas su barbaridades y difamaciones,
para que la gente pudiera, al menos, reflexionar sobre la terrorífica política
editorial de un medio que ha demostrado una total falta de escrúpulos a la hora
de manipular la información, al servicio de unos intereses que nada
tienen que ver con el bien de los salmantinos. Tras sufrir sus maniobras en
propias carnes, hemos llegado a una triste conclusión. Salamanca tiene un
problema, y muy grave, con su periódico de mayor difusión. En clara complicidad
con el alcalde y su equipo, La Gaceta sirvió como vocero de las maniobras del
Ayuntamiento para desprestigiar la imagen de la Acampada. Su estrategia más
sangrante fue la de retirar los servicios de limpieza de la Plaza Mayor, y facilitar así a su brazo mediático sus
titulares sobre el perjuicio de imagen que estábamos causando. Nuestra
respuesta: asumir las tareas de limpieza, y dedicar todas las mañanas, un buen
rato, a barrer la plaza en toda su extensión, para luego dejar lo recogido en
du centro, con un cartel que denunciaba la maniobra del ayuntamiento. En días
siguientes, La Gaceta se preocupó de enrevesar todavía más sus delirantes
versiones sobre las responsabilidades de limpieza, aunque creemos que,
finalmente, todo el mundo se enteró de la verdad, dejando en evidencia la
política deshonesta con la que el ayuntamiento ha querido boicotear nuestro
legítimo (y legalizado) derecho de reunión.
Instalaciones: el viernes se retiró
la carpa grande, que había sido prestada por una organización,
y sirvió para acoger la zona de reunión y resguardar a quienes se quedaron de
guardia durante la noche. A partir de entonces, las instalaciones se volvieron más
precarias, acentuando ese aspecto chabolista que tanto enverva a nuestros
vecinos más obsesionados con la imagen. La Plaza Mayor ha resultado ser
un lugar realmente incómodo para acampar: sin baños accesibles, sin
electricidad, ni redes wi-fi al alcance de nuestros ordenadores…El ayuntamiento no prestó ninguna facilidad ni apoyo: es más: como ya
se ha dicho, retiró los servicios de limpieza y no cedieron contenedores, y
volvió a valerse de la policía local para coartar la buena voluntad de un
vecino que nos había permitido lanzar un cable desde su casa hasta la carpa. En
general, se operó con los medios disponibles, ni más ni menos. Pocos de
nuestros críticos obsesionados con la imagen, “la clase” y la pureza de la
Plaza Mayor, parecen dispuestos a
comprender que la precariedad de las instalaciones no se debe a otra
cosa que la falta de financiación, lógica en un movimiento que renuncia a
ayudas de organismos interesados. No hubo cocina, solo productos fríos y comida
que nos iban trayendo.
La noche: fue la parte más dura y
donde quedaba patente la extravagante forma de juzgar nuestra actividad como
sucia o irrespetuosa, en comparación al desfile de borrachos que el
ayuntamiento y sus amigos hosteleros alientan como el gran negocio durante cuatro noches por semana. Las bromas, los insultos y el destrozo
de material (hubo incluso robos y conatos de violencia) fueron soportados con
resignación y humor, qué remedio.
La manifestación: fue un fracaso de
asistencia, pese al trabajo de difusión que se había hecho desde la mesa de
información a lo largo de toda la semana. Hubo unas 200 personas
aproximadamente, que trazaron el mismo recorrido que ya se hizo en
manifestaciones anteriores. Después se realizó un micrófono abierto sobre la
vivienda y los deshaucios en el que participaron, miembros del 15M y varios
espontáneos. No hubo apenas medios de comunicación, aparte de los fotografos.
Ni siquiera difundieron el tema en los medios. Casi había más pancartas que
gente.