Actualmente, la situación de la educación es cada vez más
preocupante, la educación de nuestros hijos se está precarizando de la misma forma que se hace con la situación laboral de los trabajadores, creando cada vez más la figura de negocio en lugar de un derecho constitucional en las aulas. El actual plan de enseñanza (Plan Bolonia) y su
brutal continuación (Estrategia Universidad 2015) están tratando de
privatizar la enseñanza y convertirla en algo inaccesible debido al aumento exponencial del coste de la matrícula y de las tasas.
Por otro lado, la inversión en educación está
dejando de ser una prioridad, y esto se manifiesta en los fuertes
recortes que el campo de la enseñanza está sufriendo al igual que, por ejemplo, en la sanidad. Esto supone una
disminución de la calidad educativa de los estudiantes y una necesidad
de recurrir a fondos privados para financiar las universidades atendiendo cada vez más a fines de rentabilidad económica que humanistas o pedagógicos. Esto es especialmente desalientador para una universidad como la de Salamanca, que con un pasado pedagógico y humanista de casi 8 siglos, se está viendo amenazada por fines de lucro cortoplacistas que condenan todo lo que ella representa.